Bill Nighy (Love, Actually) interpreta a Williams, un anciano de la tercera edad que vive una vida muy tranquila: va a trabajar todos los días y regresa a casa donde reside con su hijo casado y su esposa. El papel de Nighy como gerente del Departamento de Obras Públicas del estado en la década de 1950 en Londres es muy diferente del papel de Billy Mack en 2003 en Love Actually y esto es algo bueno porque aquí es el protagonista de Living. Esta es la oportunidad de Nighy para brillar y lo hace mientras interpreta discretamente a alguien que tiene una estricta rutina para trabajar y regresar, sin lujos, nada nuevo, hasta que un día recibe un diagnóstico de salud terminal. Él no comparte lo que está pasando y después de un poco de contemplación, decide hacer algunos cambios.
El director Oliver Hermanus tiene al actor adecuado para ser el protagonista de la adaptación libre/remake de “Ikiru” (también conocido como “To Live”) de Akira Kurosawa, un drama posterior a la Segunda Guerra Mundial sobre un personaje que está en un camino similar después de recibir una diagnóstico terminal. Tal vez no todos disfruten y/o entiendan la historia detrás de un personaje que toma decisiones después de recibir un diagnóstico terminal, pero es identificable para personas de cierta edad, o alguien que es joven y próspero, pero que de repente encuentra que su tiempo termina pronto para estar arriba en esta Tierra. Williams se ve triste día tras día y, sin embargo, vemos cómo vivir cada día de manera diferente genera un nuevo sentido de ser.
En el trabajo, cuando vemos a Williams por primera vez en su escritorio, la única empleada de su departamento, Margaret (Aimee Lou Wood), parece muy inteligente y capaz de otras responsabilidades. Cuando la unidad de empleados comparte algún tiempo de inactividad en la oficina, indican cuáles son sus apodos para otros empleados. Ella llama a Williams “Mr. Zombie” debido a su comportamiento dentro y fuera de la oficina (y el nombre le queda bien a Williams cuando Nighy camina tan rígidamente, casi sin palabras para nadie). Un trío de trabajadoras busca construir un pequeño patio de recreo en lo que parece ser un vecindario de bajos ingresos. Apelan a varios departamentos de la agencia y luchan por ser escuchados. Williams se da cuenta, pero no interviene al principio, excepto para que el nuevo empleado los lleve a otro departamento para ayudarlos. Esto parece real hasta el día de hoy dentro de algunas burocracias en algunas ciudades.
La actuación de Nighy es tal que merece ver la película. Aunque luce triste, callado y rígido en su día a día, ante la noticia parece indudable que Williams tomará decisiones para cambiar la forma en que procede con el tiempo que le queda de vida. Una vez que lo vemos en un pub, Nighy muestra sus dotes de actor como un personaje cambiante. Cuando se le ve hablando con una mujer joven, es respetuoso y se interesa sinceramente en su bienestar, aunque a los demás pueda parecerles el comienzo de un interés amoroso. Nighy es tan bueno interpretando tantos personajes diferentes a lo largo de su carrera que no tiene problemas para mostrarle a la audiencia en quién se está convirtiendo a medida que pasan los días.
Fuente: Sony Pictures Classics